DORITA: ¡Ahora estás perfecto!
HOMBRE DE HOJALATA: ¿Perfecto?
Golpea mi pecho si crees que estoy
perfecto... ¡Vamos, golpéalo!
Dorita golpea: ¡cloc, cloc, cloc!
ESPANTAPÁJAROS: ¡Increíble!
¡Vaya eco!
HOMBRE DE HOJALATA: Está vacío.
El herrero olvidó darme un corazón.
Estudió duro desde muy joven, siempre se le oía decir "de mayor seré el mejor médico del mundo", cuando sus amigos aún hablaban de ser astronautas o futbolistas. Cuando yo le conocí, era ya un buen cirujano. Cambió mi roto y frágil corazón de tejidos blandos por un nuevo miocardio metálico, todo un trabajo de ingeniería. Aún recuerdo el sudor bajando desde su frente por las mejillas, y el silbar de las tijeras y los destornilladores. Gracias a él, ahora ando impasible por el mundo, con mi duro y frío corazón de hierro. Si golpeas mi pecho, oirás un sonido seco, como el de una vieja caja de latón. Él, sin duda, era el mejor médico del mundo; yo, como agradecimiento, le di mi corazón viejo, aquél rojo y tierno, que guardó en formol junto a muchos otros durante un largo tiempo.
«Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón..., es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.»
Bécquer.
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón..., es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.»
Bécquer.