Me dan los buenos días y suben al tren; yo los observo desde el banco. Hace no mucho la estación estaba repleta de gente, ahora tan sólo quedan tres o cuatro vecinos desconocidos.
Siguen saludándome y entrando al vagón. Seguro que piensan que espero a alguien, pero lo cierto es que hace rato que perdí mi billete.
El andén a cada instante se vacía. Dentro de poco no quedará nadie.
[Archivo: 20.12.10]
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