Estas paredes han visto cosas horribles, y lloran. Del techo, humedades y telarañas cuelgan. Esta casa llena de gente está vacía, y sólo se oyen los latidos del reloj de pared. En cada esquina aparecen humos de tristeza, el recuerdo de una fiesta pasada.
Las calles huelen a miseria, el cielo cae, las nubes pesan.
Las escaleras de esta casa ya no saben si suben o bajan. Todos hemos envejecido entre estos muros que ahora se resquebrajan. Suenan quejidos. El suelo está frío, las salas vacías, hay cien años de soledad escritos en las ventanas.
Los campos huelen a paja quemada, el viento silba, la noche canta nanas amargas.