más fácil que se deshaga como papel en el agua. Esa fue mi perdición. Alimentó mi amor con las sobras de la cena del día anterior, y claro, mi corazón enfermó. Tras horas de fiebre y delirios, volví a nacer por segunda vez. Pero ahora sin finalidad ninguna. Ya no necesitaba una razón para vivir.
-¿Hacia dónde vamos ahora? -solía preguntarle.
-¿Hacia dónde vamos ahora? -solía preguntarle.